domingo, 17 de abril de 2011

El plato roto o la vajilla entera

 El día 28 pasado acabó ese periodo promovido por el sistema judicial para mitigar  el escándalo de tantas inauguraciones por parte de los gestores públicos electos en esta democracia imperfecta que disfrutamos. Y  así, se marcó un plazo más largo para diferir estos hechos de la fecha de las elecciones.

Tal era la acumulación en época electoral de colocaciones de primeras piedras, trozos de raíles que tardarían años en ser tendidos por donde transitarían trenes, edificios culturales que una vez inaugurados esperaron mucho tiempo antes de su apertura al público, proyectos de hospital que después de largos años sabemos de su existencia porque sólo hay un cartel, etc.

El sistema judicial intervino a fin de “adecentar” la conducta de quienes esperaban a la víspera de las elecciones  para inaugurar todo lo inaugurable y hacer publicidad de la gestión anterior con dinero del organismo público cuyo poder ostentaban. En realidad lo lógico hubiera sido eliminar esas prácticas a mi juicio torticeras, separando a los culpables de la vida pública, pero no.

En épocas en que todos nadábamos en la abundancia y aquí todos teníamos derecho a lo que fuese, estas fechas servían para construir una plaza de toros en un pueblo de doscientos habitantes, un “ trinquet” para jugar a la “pilota” cuando la gente lo que le gustaba y le gusta es jugar en la calle, o eso que usted, amigo lector está pensando, porque ejemplos como estos usted también los tiene.

Ahora ya vemos con tristeza el paso de los tiempos de abundancia. No tenemos dinero ni para hacer cantar a un ciego. Y sin embargo, al menos hasta el momento de escribir estas líneas, leemos y  oímos  los mismos mensajes sobre los equipamientos que se harán en la próxima legislatura y lo mal que lo ha hecho el oponente (pensaba escribir el adversario, pero me parece demasiado suave para lo grueso del lenguaje con que se debate y replica).

Ningún político habla de lo que le va a tocar cuando llegue al poder: hacer frente a un déficit alarmante del organismo público al que opte en una época en que los ingresos han disminuido de manera radical. De eso nadie habla al menos por lo que yo escucho.

De la misma manera, hasta ahora, nadie habla de cómo eliminar la corrupción que de forma transversal se ha implantado en nuestro sistema público, sino más bien es un arma que utilizan para combatir (triste palabra) al oponente.

 ¿Y qué hacemos los ciudadanos?  Personalmente no lo sé. O estamos callados o no tenemos manera de hacernos oír, pues no encontramos medio de difundir nuestros mensajes porque están intervenidos por diferentes núcleos de poder o no nos atrevemos a opinar por miedo a ser “incómodos”  y que nos declaren la guerra.

Si usted ha llegado hasta aquí en la lectura de estas líneas plantéese esta misma pregunta ¿Qué hacemos los ciudadanos? Posiblemente haya algún medio de difundir nuestras inquietudes de cara al futuro y los que mañana van a ser nuestros gobernantes sepan lo que nos inquieta: no el gran polideportivo que nos prometen, con nuestro dinero por supuesto, sino cómo vamos a navegar por esta crisis en la que estamos inmersos y qué plato roto nos va a tocar pagar. O tal vez la vajilla entera, que será lo más seguro.

Enric Cerdà

2 comentarios:

  1. Enrique tu siempre tan ponderado, es cierto vienen tiempos mucho mas que dificiles y los politicos no quieren, mas bien no saben, decir otra cosa que no sea prometer y prometer. Yo ya no se lo que prevadicar, ni si afirmar con rotundidad que van a hacer tal cosa a sabiendas que no van a hacerla, me da la impresión que si lo es.

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  2. Empiezan a sonar cantos de sirena electorales y todas las candidaturas (PSOE, IU, Gent, CDL y Esquerra) excepto PP que no ha dicho esta boca es mía, quieren imponernos un modelo de sociedad si gobiernan.

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