viernes, 30 de diciembre de 2011

REGALOS


Hace un par de años, cuando apareció el caso de los trajes de Camps, nuestro ex -presidente valenciano, la alcaldesa de Valencia Rita Barberá, admitió que recibía regalos y añadió que el presidente y sus ministros o consellers deben recibir otros de mayor tamaño y cuantía. “Todos los políticos los reciben”, añadió.

En el caso de familiares y amigos, el regalo se da sin esperar contraprestación alguna. Pero en ámbitos sociales más impersonales, del regalo se espera una recompensa por los favores pasados o se prepara el terreno para los futuros.

Entre empresas e instituciones públicas los regalos no son una señal de afecto que simboliza la fuerza de la unión y contribuye a reforzarla, como en el caso de las familias y amigos. Aquellas organizaciones llevan siempre una contabilidad de lo que dan y lo que reciben, sus expectativas son racionales: si una empresa hace un regalo a un político, será porque ha obtenido algo de él, o porque tiene la expectativa de obtenerlo.

Los regalos han estado ligados a nuestra tradición en alianzas e intercambios de favores en las sociedades humanas. La mayoría de las veces llevamos un registro en la mente de lo que recibimos de los otros miembros del grupo del que formamos parte en relación a lo que aportamos a cada uno de ellos para agradecerles su contribución. En este mundo de intercambios hemos detectado a tramposos para castigarlos, pero también altruistas agradecidos para recompensarlos.

En el ámbito político, se cuantifica el tamaño del regalo por el del favor obtenido. Los regalos a personas que tienen una función pública realizados precisamente por la labor pública que desarrollan, deberían ser asimismo completamente públicos, transparentes. Que un cargo público reciba muchos regalos se debe o bien a que los que regalan tienen puestas muchas expectativas de obtener beneficios a través de su gestión o bien a que ya han recibido alguno. Por eso la transparencia en la gestión de los regalos recibidos por el político se hace imprescindible.

Cuando el cargo público recibe un regalo de una empresa o de un particular le llega en función del puesto que representa. Seguramente, si no tuviera la representación pública no sería objeto del obsequio. Por ello es importante que estas personas calibraran el regalo no por la persona que es, sino por el cargo que representa. En este caso no sería fulanito de tal el receptor, el agasajo correspondería a la institución que representa como última destinataria.

Los regalos pueden ser interpretados de forma muy diversa por quienes lo envían y quienes lo reciben, basado en la búsqueda de un fin concreto o por simple inercia sin malicia. Y  desde reciente está tipificado como delito en el código penal. Por ello, todo cargo público debería devolver los presentes que recibe de empresas y particulares  y en el caso de ser perecederos, entregarse a instituciones benéficas.

Conocida la naturaleza del regalo, es preciso imponer el buen comportamiento. La honradez personal y la transparencia pública exigen que todos los organismos públicos creen un registro de entrada de los obsequios destinados a los políticos, al alcance de todos y hacer público quién hace el regalo y a quién va dirigido.

Los actos detestables deben ser aprovechados para rectificar y dar ejemplo de regeneración pública por los sucesores gobernantes. La corrupción se corrige con el castigo o su amenaza, pero también con el ejemplo público y transparente.

miércoles, 21 de diciembre de 2011

Navidad

"... las primeras buenas nuevas que tuvo el mundo, y tuvieron los hombres, fueron las que dieron los Ángeles, la noche que fué nuestro dia, cuando cantaron a los aires: Gloria sea en las alturas, y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad; y la salutación, que el mejor maestro del cielo y de la tierra enseñó a sus allegados y favorecidos, fué decirles que cuando entraran en alguna casa, dijesen: Paz sea en esta casa. Y otras muchas veces les dijo: Mi paz os doy, mi paz os dejo, paz sea con vosotros; Bién como joya y prenda dada, y dejada de tal mano, joya que sin ella en la tierra, ni en el cielo, puede haber bién alguno".
Don Quijote de La Mancha (I-XXXVII)

Los blogueros de POSTDATUM les desean Feliz Navidad y el año 2012 que no sea tan malo como nos lo pintan, ¡caramba!

viernes, 16 de diciembre de 2011

La Fontana y el monte de utilidad pública


Leo en El Periodic d’Ontinyent “Renuncia la empresa que iba a gestionar nuestras sierras ante el peligro de quedar en manos privadas”. Al parecer hubo una reunión entre la Sociedad de Cazadores La Fontana y la empresa Gama Medioambiente a quien la Consellería de Medi Ambient adjudicaba la gestión de los recursos cinegéticos mediante subasta pública. Remarca El Periodic que “tras la presión por parte de diferentes colectivos, rechazan la gestión”.
En el pensamiento de personas con intereses espurios, la propiedad privada es atacada con argumentos interesados, cicateros y falsos. Nadie duda que en casa de cada uno el cuidado, la limpieza, el orden son ejemplares, que el mantenimiento de la casa para hacerla perdurable es uno de los cuidados del dueño o arrendatario.
La coacción a través del uso de la palabra y la posterior amenaza son maneras impropias del ser humano, tipificadas en el código penal como delitos contra la seguridad e integridad física de una persona o contra su propiedad. Es una manera absolutamente inaceptable por la sociedad para hacer cambiar de opinión a la persona agredida. Pues de la intimidación y del chantaje se jacta el Secretari de La Fontana con estas palabras: “En la reunión amenazamos con una gran manifestación en Ontinyent para mostrar el rechazo de la ciudadanía a dicha medida (arrendar los montes para explotación cinegética), ya que entendemos que los montes de Ontinyent no pueden ser enajenados”. No entiendo por qué nuestros montes no puedan ser gestionados por una empresa privada si hay claros ejemplos de mejora la esa actividad, limpieza, cuidados y recomendaciones para cazadores así como para los que nos valemos del monte para actividades lúdicas. Esta persona toma posesión del pensar de todos los ontinyentins y, elevándose sobre nuestras intenciones, nos saca a la calle para protestar por algo que al Secretari le molesta.
Una sarta de falsedades para intimidar al ciudadano de a pié remata la entrevista: “hemos perdido algo tan importante como poder pasear por nuestras sierras con total naturalidad o ir a buscar pebrassos” y “los montes se convertirán en lugar público y nunca más nos pasará lo que acaba de suceder”. Vamos, que el Secretari no ha pisado un lugar privado para su actividad lúdica. Me parece bien que quiera ceder todos sus bienes al Estado, pero que no nos obligue a los demás a seguir sus pasos, porque en contra de su pensamiento yo pienso que la propiedad es el principio de nuestra libertad. Junto al libre contrato entre las partes, nuestra seguridad y la de nuestra propiedad y sobre todo la vida son los derechos fundamentales sobre los que se asienta nuestra cultura, la occidental, la del libre mercado, tantas veces denostada.
La Fontana hizo valer su posición dominante sobre Gama Medioambiente con amenazas y  métodos violentos, impropios de nuestra sociedad. Las sierras seguirán gestionándose por la Fontana para usos cinegéticos, pero lo cierto es que en estos montes de titularidad pública la caza destaca por su ausencia. La caza también necesita sus preparativos para su gestación y mantenimiento. Por otra parte la tradición pública de los montes ha socavado la biodiversidad de nuestro ecosistema con incendios, unos perversos, otros fortuitos. Sería bueno que igual que sucede en otras actividades, las sierras cambiaran su titularidad para comprobar cuál es el resultado.

viernes, 2 de diciembre de 2011

¡Bou a la Vila!


No suenan clarines. Un chupinazo revive almas dormidas. Carreras, saltos, cualquier ejercicio vale para calentar. Dominio absoluto de la adrenalina.

En la panza de la Plaza de Baix y en los altos del Porxet, gritos y exclamaciones delatan nervios. Pero los mozos han tomado posiciones. Unos, los menos, en los toriles del Camí dels Carros, la eixida del bou. Otros bajo la hornacina de la Mare de Deu d’Agres, justo en la revuelta que da entrada al Pont Vell. Los más, saliendo de las carpas hidroalcohólicas ya de vuelta del toro camino de los corrales.

Los toristas esperan apretados tras un árbol cualquiera del Camí, como los toreros en el burladero de la plaza, para ver la mejor instantánea del bou en su salida. Allí se empieza a adivinar las cualidades del toro, su casta, su aspereza, su mansedumbre, su bravura. Es mal lugar para las carreras, el astado tiene todas las ventajas, se prefiere la observación, el desplazamiento transversal y estar preparado para el quiebro.

Pasado el morlaco y donde el Camí rompe hacia la izquierda frente al Hort del Botecari comienzan las carreras, las más bellas sin duda las del Pont Vell, como lo es luego la entrada a la Plaza del Ayuntamiento (aquella Plaza Mayor) por el Porxet. En esos lugares los mozos ejecutan lances taurinos muy diversos y precisos en sus reglas. Son artistas desconocidos para quien su mayor ambición consiste en correr bien los toros. Suelen actuar en cuadrilla de la cual emerge una persona en un toro y en el siguiente otra. Se hacen quites unos a otros y buscan la carrera conjunta delante de la cara del toro cuando su casta y bravura lo permite.

Lancear sin capote, con el toro en jurisdicción y romperle el viaje cuando el astado humilla, no perder nunca la cara al toro para improvisar una salida airosa, llevar al cornúpeta fuera de su querencia, hacia el centro de la calle si es manso, guardar la distancia si es de condición brava, no contemplarlo si es de indomable fiereza. Todo eso y muchas cosas más componen la lidia de los toros fuera de plaza, y también en la carrera el mozo en plenitud técnica es capaz de desarrollar arte, como en pintura, con la diferencia que el pintor, a veces, se aparta del cuadro, reflexiona y rectifica y en el toreo no hay tiempo para contemplar, se está con el cuerpo y con el alma y del riesgo surge lo espontáneo, el plumazo, la exclamación, un trazo y la imagen indescifrable retenida para siempre en las circunvalaciones cerebrales más profundas.

Todo esto sin la cuerda, la soga que anuda la cuerna y se prolonga hacia el cuello en el intento de apagar el último suspiro. Ahogado el peligro, hurtamos el riesgo y el arte se emborrona.

¿Por qué la cuerda? Entiendo que tenía su sentido como medida de seguridad para las personas que no corrían el bou, en los años que se daba la vuelta al pueblo sin cerrar calles y plazas como hoy. Desde hace treinta y dos años el recinto del toro se cierra con lo cual no hay riesgo para los no aficionados. Embolar y ensogar al toro ofrece seguridad para el que corre, pero pierde frescura, espontaneidad, esfuerzo por mejorar la técnica y se aleja del espectáculo. Estoy convencido que el bou embolat, sin soga, ganaría con el tiempo nombre, fama y atractivo.

El toro es el mito que hace posible el ritual y el hombre celebra en su presencia. El respeto al rito surge del mismo animal y de las acciones que el hombre ejercita. No existe el oráculo, ni pitonisas ni sacerdotes, solo existe el valor, el cara a cara ante la res, unos segundos de gloria.

Lo que se ve es otra cosa: carreras apagadas por la infidelidad de los que atrapan la cuerda, desconfianza del mozo hacia la masa que se desplaza, estirones ensogados para agasajar compromisos, agotamiento e “indefensión” del astado, mucho tiempo sobre el asfalto y bastante aburrimiento en el tendido. Ahí quedó el bou en Ontinyent, mucha fiesta y poca enjundia.

- , demà correm, quedem en els corrals i farem la eixida del primer.
- A la una i mitja, cassola en morro.