martes, 31 de mayo de 2011

De pepinos, aguas y Escherichia coli

Recuerdo que a finales de los ’80 pasados se produjo en Ontinyent una infestación del agua potable originada por la avenida de aguas residuales o fecales procedentes de Bocairent a través del Barranc dels Toronjers. Creo recordar que la contaminación fue por colibacilos, la misma especie que estos días ha infestado hortalizas procedentes de otros campos distintos a los españoles, pero de diferente cepa.
La bacteria en cuestión es la Escherichia coli, escrita E. coli y transcrita écoli por los transmisores de la información o periodistas, denominación que tiene todas las papeletas para que en lo sucesivo se le llame así, écoli.
Aquella infestación de las aguas de bebida se produjo porque falló la bomba inyectora de cloro, afectó a bastantes personas pero sin que llegara a la gravedad que conocemos en Alemania.
La bacteria convive entre nosotros, somos portadores de ella, también los mamíferos, y la transmitimos con las deposiciones. Algunas veces causa enfermedad gastrointestinal y de las vías urinarias, bien en personas debilitadas, bien porque hemos adquirido alguna cepa de E. coli patógena porque se han producido cambios en su cubierta. Precisamente porque es habitual en nuestro organismo, este ha desarrollado defensas que nos protegen de la enfermedad, pero en el momento que la bacteria contiene en su cubierta o cápsula antígenos distintos a los que nuestro organismo reconoce, entonces es cuando llega la enfermedad.
Nos han enseñado a pelar las hortalizas o a lavarlas con el agua del grifo clorada o con agua caliente, lo cual es suficiente para no contraer enfermedad por productos contaminados.
Pero cuando se introduce en nuestro organismo la E. coli con antígenos de superficie diferentes a los reconocidos puede llegar la enfermedad. Este ha sido el caso sucedido en Hamburgo y el que se produjo en Ontinyent hace 20 años.
La entrada a Ontinyent desde Bocairent se hacía por el Dos de Mayo, hoy Avenida de la Constitución. No estaba acabada la ronda sur y era obligado el paso por delante de las naves de Mantas Mora, a la derecha de la carretera. Una buena mañana, en plena efervescencia colibacilar, apareció negro sobre el blanco de las paredes de Mora el siguiente rótulo:

                   Contra  restrenyiment, aigua del ajuntament

viernes, 27 de mayo de 2011

De “Dioses y hombres”: meditación en el cine.

Unos opinan que el sentimiento religioso de cada individuo ha de ser privado, otros no. Cada uno valora de una manera sus razones y toma una actitud vital en consecuencia. Todas las posturas son respetables y deben ser respetadas en tanto en cuanto provienen de una historia individual y han sido filtradas por cada uno desde su propia razón en función de la herencia cultural recibida. En una sociedad pretendidamente democrática como la nuestra, la ciudadanía debe aceptarlas y respetarlas todas, como también todas las religiones, adoptando una actitud tolerante, de neutralidad y de igualdad. Es decir ni la sociedad como tal, ni sus organismos de decisión deben involucrarse en el sentimiento religioso individual o colectivo de los ciudadanos. Cada cual tiene su creencia y tiene derecho a exponerla o silenciarla en función de su propia decisión.

Algunas veces, determinadas personas dedican la vida entera a su religión y se comprometen a esta decisión de forma exclusiva. Es el caso de los monjes y monjas católicos que ingresan en un monasterio, dedicándose toda la vida a la oración y a los actos de caridad mejorando así la sociedad que los envuelve.

Tal es el caso de los monjes trapenses de origen francés, protagonistas de la película “De dioses y hombres” que hace unos días se proyectó en el Cine Club Utiye en el Centro Comercial El Teler: en plenos montes Atlas, una pequeña comunidad ejerce su dedicación a orar, mediante ritos, rezos y cánticos compaginándola con el servicio a la comunidad musulmana que les entorna, dando asistencia medico-farmacéutica, alimentos y satisfacción de las necesidades primeras en algunos casos. Pero hay otros musulmanes guerrilleros que los amenazan de muerte por pensar que esconden algunos de sus enemigos. Una tercera fuerza surge en torno al monasterio: el gobierno declara que no puede protegerles y los conmina a tornar a su país. Este hecho real inspira toda la película con una mezcla muy inteligente de imágenes, silencio, escasos diálogos y cantos litúrgicos logrando estimular a la meditación y la reflexión del espectador.

La vida de los monjes se ve alterada por este fuego cruzado desde los tres frentes. Así han de tomar la decisión de quedarse o no, pensando que allí les espera la muerte o peor, el martirio. Al desarrollarse la historia esta será la gran decisión que cada uno ha de afrontar personalmente y valorar en función de varios factores: su compromiso con la manifestación de su fe en un entorno de persecución, el servicio a la sociedad circundante y el miedo por la pérdida de la vida. En el desarrollo de la trama se aprecia el cambio de decisión: desde el abandono de la misión por parte de algunos frailes hasta el compromiso final de todos ya que llegan a la conclusión de que su vida no tiene significado fuera de aquel entorno, en ese preciso momento. Ellos a sí mismos se exigen después de vencer el miedo, exponerse al martirio.

El espectador no puede estar ausente en este proceso y eso precisamente es lo más impactante: desde una óptica laica, la película es capaz de estimular a la persona laica a meditar sobre el hecho religioso: unos seres humanos, creyentes de un Dios, consecuentes y comprometidos con la sociedad a la que sirven, amenazados por otros seres humanos a su vez creyentes en otro Alá, comprometidos a su vez con la interpretación violenta de sus propios textos sagrados hasta el punto de convertirse en instrumentos de martirio para los primeros. Todo ello, como está ya dicho desde una óptica laica.

Algunas veces el cine, cuya principal función es divertir (que no es lo mismo que distraer, matiz muy importante), hace incursiones en el mundo de las ideas que incitan al espectador a la reflexión sobre cuestiones trascendentales en sus vivencias y por ende en sus creencias. Muy interesante.

sábado, 21 de mayo de 2011

Votar, no votar, votar ...

Decía Ortega en su libro de ensayo Ideas y Creencias que las ideas se tienen, van y vienen, forman parte de nuestras circunstancias, la información que nos llega, mientras que en las creencias se está. Constituyen éstas los pilares de asiento de nuestras costumbres, ellas sustentan nuestra cultura y forman parte inseparable de nuestro comportamiento y moral.
La reflexión política de esta dualidad me lleva a pensar en la aportación que hoy hacen los políticos en vísperas electorales. Y me atrevo a decir que dicha aportación aprueba a penas el concepto de idea u ocurrencia. Ellos dicen: “si me votáis crearé miles de puestos de trabajo, construiré un hospital” pensando en la idea poco elaborada de que la promesa les aportará votos. Se quedaron anclados en los tiempos del alcalde Tierno Galván que anunciaba que las promesas se hacen para no cumplirlas.
Pero esa no es la creencia que impregna el recinto donde vivimos los electores, porque la realidad ha hecho callo, se ha endurecido como un promontorio epitelial donde el bisturí de las palabras tan sólo atenúa el juanete pero lo agranda y endurece después de algunos días.
La caída de la actividad económica ha sustituido la idea extendida de que el trabajo y la riqueza era producto de las decisiones que otros tomaban por nosotros. Las empresas nos permitían cambiar de trabajo a nuestro gusto, los bancos nos daban más de lo necesario para comprar bienes y los políticos nos mecían desde la cuna a la tumba en un despilfarrador estado de bienestar.
Hoy hemos recuperado la creencia primitiva de que conquistar la felicidad perdida no es cosa que me darán los demás, tengo que conseguirla a base de esfuerzo, de constancia, de tener un proyecto que alimente la ilusión de proveer el mañana. La idea de que era posible el enriquecimiento rápido o pelotazo se ha esfumado de nuestro horizonte y ha resurgido la creencia olvidada de que el trabajo y el ahorro es indispensable para recuperar la ilusión en el futuro.
Por todo ello, las ocurrencias de nuestros políticos caen en saco roto, porque todo lo que nos prometen se basa en gastar y gastar, cuando hay escasez de dinero.
Otros valores decidirán en cada uno de nosotros a qué partido voy a votar, pero cada vez menos electores se dejarán arrastrar por las ideas que a los políticos se les ocurran para conquistar nuestras creencias.
Yo voto a … Bueno, quizás vote en … O me largue …

lunes, 16 de mayo de 2011

La Historia también se escribe con blasones

 Hay algunos galos recalcitrantes que desde una aldea rodeada de campamentos romanos ponen en jaque al mismísimo Julio César, según reza la hoja-prólogo de los “comics” de los conocidos Asterix y Obelix. Algunas veces tenemos nosotros ese complejo.

Después de muchos años de hacer visitas a Madrid, en mi última estancia visité por primera vez el Palacio Real. Siempre he tenido poco apego a los Borbones españoles, desde que el primero de todos ellos tomó “por justo derecho de conquista” un territorio en el cual nací, anulando las leyes vigentes en él e imponiendo toda la maquinaria burocrática del estado jacobino centralista que se trajo de su Francia natal. Yo sé que esa reticencia hacia los Borbones es puramente romántica, testimonial, por eso he hablado antes del complejo de Asterix. Otra cosa sería si dispusiera de un druida que preparase poción mágica como en el caso de las historias de Uderzo y Goscinny.

Me llamó la atención los escudos de los sucesivos reyes y príncipes que en sus panoplias exhibían, y exhiben aún los territorios sobre los cuales la “Gracia de Dios” les había otorgado dominio.

La unión en un monarca de los reinos radicados en la Península Ibérica no se produce con el matrimonio de los llamados Reyes Católicos como nos han enseñado en la Historia que se explicaba en el bachillerato, sino en la persona de su nieto Carlos V de Habsburgo. Desde entonces los monarcas Habsburgo han ostentado signos heráldicos donde estaban representados uno a uno, todos los territorios sobre los que tenían dominio. Es decir, los diferentes reinos que convivían en esa región que llamamos hoy España, estaban todos representados en los blasones reales. Esto se aprecia en fachadas de edificios, frescos, objetos de uso diverso, joyas, vestuario, retratos, etc.

El primer Borbón llegó, después de la Guerra de Sucesión de 1700 por el acuerdo que firmaron los príncipes europeos de entonces, el Tratado de Utrech. Fue Felipe V entronizado por su abuelo el rey francés Luis XIV, “le Roi Soleil” el de “todo por el pueblo pero sin el pueblo”. Fue él, Felipe V, quien abolió por el Decreto de Nueva Planta, es decir de un plumazo, las instituciones y los fueros, o sea leyes, de los reinos peninsulares, imponiendo a todos ellos las leyes castellanas, según se ha dicho antes. Como no podía ser de otra manera, de su blasón desaparecieron también los símbolos de estos territorios. Concretamente por lo que a nosotros respecta, desaparecieron las cuatro barras rojas sobre amarillo de la Corona de Aragón, de la que era integrante el Reino de Valencia. Solo quedó el castillo y el león, representando al Reino de Castilla y León.

Durante todo este tiempo desaparece el emblema de la Corona de Aragón del blasón de los reyes españoles: de las fachadas, de los vestidos, vajillas y otros objetos.

Y así hasta que en el año 1873 en que se constituye la Primera República Española de carácter federal y en su escudo vuelven a figurar otra vez las barras aragonesas. Al año siguiente, con la restauración borbónica en la persona de Alfonso XII, asume como su escudo el que ahora conocemos como escudo de España. Y así hasta ahora.


Salí un poco menos defraudado: si durante casi 200 años el monarca Borbón de turno había ignorado el antiguo reino donde yo nací, gracias a una república breve fue rescatado y cuando otra vez volvió la dinastía borbónica continuó representando en su escudo un territorio que gobernaba “por la Gracia de Dios”.

Me encaminé no sé porque hacia el actual edificio del Senado de España. La plaza, encantadora, donde se ubica tiene una placa de cerámica de factura reciente indicando su nombre: “Plaza de la Marina Española” y con un escudo arriba: en un óvalo dividido por la mitad figuraba un castillo y un león, cada uno en una parte. Lector, saca tu propia consecuencia.

ENRIC CERDÀ.

                                                                              

martes, 10 de mayo de 2011

José Belda Mira

Yo soy persona poco aficcionada a los deportes, pero las retransmisiones de tv de las grandes vueltas ciclistas suelo seguirlas, sobre todo si hay españoles en liza.
Pues navegando esta tarde en la red he encontrado este titular y presto he leido la noticia, la cual me ha enorgullecido tener un paisano campeón.
Y la publico para su difusión porque José Belda merece ser protagonista de esta humilde página.
Enhorabuena José, y que sigas dándonos tan buenas noticias. 

domingo, 8 de mayo de 2011

Ciudadano Negrín: el científico

Hace años, en el anterior régimen político, Negrín era un nombre entre chistoso (por su nombre) y ogro. Siempre habíamos oído hablar mal de un ser humano llamado así, que había dado a los soviéticos el oro del Banco de España, el famoso “oro de Moscú”.  Después nos entramos que fue el Presidente del Consejo de Ministros de la Segunda República durante la Guerra Civil, algo parecido al cargo de presidente del gobierno actual.

Más tarde oímos hablar de que el tal Negrín era médico, pues la generación de los supervivientes de la Guerra hablaba de las “píldoras del Doctor Negrín” en tono jocoso para referirse a las lentejas, entonces casi  el único alimento que tenía la gente corriente para su alimentación.

La gente de esta misma generación, en privado, contaba alguna historia de los años duros que le tocó vivir, los de postguerra, y en momentos de enfado cantaba un chascarrillo: “Franco, Franco, Franco, que prometiste dar pan blanco y nos das pan de serrín, peor que el de Negrín” es decir que al menos el tal Negrín daba mejor pan que el invicto Caudillo de España.

Al transcurrir de los años, en el edificio central de la Universidad de Valencia, en la calle de la Nave, se montó una exposición sobre la personalidad del tal Doctor Negrín: Se pudo uno enterar que se trataba de un español nacido en Canarias, Juan Negrín López, de una de las familias más pudientes de las Islas, académicamente muy brillante.
Juan Negrín se marchó muy joven a estudiar Medicina a una Universidad alemana, entonces el país científicamente más avanzado. Allí cursó la licenciatura y el doctorado, iniciando una carrera como investigador y profesor universitario.

Al entrar Alemania en guerra (Primera Guerra Mundial), se trasladó a Madrid, donde hubo de volver a cursar sus estudios de Medicina y doctorado. Y entonces tomó contacto con el Premio Nóbel Santiago Ramón y Cajal que le encomendó la dirección de un laboratorio de reciente creación, dependiente de la Cátedra de Fisiología del propio Ramón y Cajal.

A la muerte del insigne Premio Nóbel, obtuvo la cátedra del maestro el joven,  ya prestigioso científico, Doctor Juan Negrín López, y desde ella desarrolló una importante labor investigadora pues entre sus alumnos destacan el también Premio Nóbel Severo Ochoa, y los no menos reconocidos Francisco Grande Covián, Pío del Río Hortega, etc.
Es decir, hemos encontrado el eslabón entre un Premio Nóbel, Ramón y Cajal y otros científicos más jóvenes que continuaron fuera de España sus investigaciones entre los que destacó Severo Ochoa, también Premio Nóbel. Ese eslabón no era otro que aquel supuesto ogro que se llamaba Negrín.

Recientemente se ha estrenado una película documental sobre su figura, con el título de Ciudadano Negrín, intentando de revisar la personalidad de Negrín y que trata su faceta científica muy de pasada. El propio director, Sigfrid Monleón, vino a presentarla al cine club Utiye. Lástima que no ponga de relieve la importancia académica de este hombre que estuvo en un lugar político difícil en uno de los momentos más complicados de la reciente Historia.
 Enric Cerdá

viernes, 6 de mayo de 2011

Generar confianza en Ontinyent

No quiero hablar de los males económicos que nos afligen a los ontinyentins, de sobra conocidos, que proceden de la falta de actividad en las empresas y, en consecuencia, de la ausencia de trabajo. Han desaparecido empresas, ha aumentado el paro, los inmigrantes emigraron y la juventud, harta de esperar, se exilia buscando sustento y enriquecimiento.
Así como cualquiera con ahorros invierte en productos atractivos que le den garantía para obtener beneficios en el tiempo esperado, es difícil elegir Ontinyent como meta de nuevas inversiones, sean comerciales, deportivas, culturales, financieras, industriales o agrícolas. El futuro no es prometedor.
Por lo tanto, es imprescindible crear el aliciente necesario para que Ontinyent pueda recibir incentivos o pluses donde desarrollar actividades que generen riqueza.
Como no podemos intervenir en la política fiscal ni en el mercado laboral, nos vamos a centrar en los planes que desde el ayuntamiento como centro coordinador lleguemos a alcanzar. ¿Qué podemos hacer?

1. Crear condiciones para el crecimiento a largo plazo.  Esto se consigue con políticas municipales que fomenten el ahorro, como son la reducción de impuestos, de las tasas por servicios y del gasto público. La repercusión en el crecimiento es pequeña, pero con el tiempo se consigue confianza. Abaratar inmuebles y servicios añade perspectiva, pero será el mercado quien lleve los precios a su sitio. Educación y buenos y continuados sistemas de información proveen a una población formada y con capacidad de adaptación.  
2. Facilitar los accesos a la ciudad, buena señalización y limpieza.
3. Promover la liberalización económica, privatizando servicios públicos de la mancomunidad y del ayuntamiento. Desregular la actividad económica que esté afectada por normas municipales, perseguir la corrupción y promover la transparencia.
4. Evitar promesas de nuevas inversiones con dinero de las transferencias de  instituciones del Estado  o que suplan las iniciativas de particulares. Las inversiones en infraestructuras son necesarias para todos, por lo tanto deberían ser consensuadas. La unidad transmite seguridad y fuerza.
5. El déficit público genera inflación, en consecuencia empobrece a la población. Los partidos políticos debían comprometerse a eliminarlo cuanto antes.

En cuarenta años, el presupuesto municipal ha pasado de 90.000 a 30 millones de euros, y la población desde 20.000 a 36.000 habitantes, es decir la población ha multiplicado por 2 cuando el presupuesto lo hace por 350, sin embargo los servicios e infraestructuras que nos ofrecen apenas se multiplican por 100, quizás menos. ¿Despilfarro? Tal vez. Pero nadie le pone freno.
Creo que es imprescindible la negociación y el consenso. Si PP y PSOE llegaran a este acuerdo los demás partidos estarían obligados a cumplirlo so pena de quedar sin representación. Ya no importaría  quién gobierne en Valencia o en Madrid.
Ontinyent se merece crear el sustrato donde pueda crecer la economía. Cuando esto se consiga, por añadidura llegará cualquier aspiración.
¿Seguimos trabajando o nos largamos?

Rafael Rovira
Postdatum

lunes, 2 de mayo de 2011

que este en su gloria y que no vuelva

Hoy me he desayunado con la muerte de Bin Laden, su desaparición crea una gran incertidumbre para el mundo libre, en cuanto a cual sera la reacción de Al Qaeda y del resto de grupos terroristas islamicos que les son afines, aunque independientes entre ellos, ¡¡veremos como reaccionan todos estos fanaticos!!.

El Sr. Bin Laden tiene que estar muy contento de que un comando americano le haya enviado al otro mundo junto a su dios “Mohamad” y a su profera “Ala”, a compartir su cielo con los muchisimos “suicidas” que manipulaba para que alcanzasen la gloria antes que el, que hasta hoy vivia en un palacio estupendo.

Hoy, para su felicidad, ya se habrá reunido con su dios y con su profeta, y tambien con esas siete hermosas mujeres que le corresponden, todas ellas virgenes, que le estarian esperando, y tranquilamente estará y reponiendose del viaje, mientras disfruta del momento metiendole mano a las fruas y a las virgenes indistintamente.

Lo que no sabemos es como lo habran recibido todos esos martires que el envio por delante, y si el cielo por casualidad es comun con otras creencias, y se ha encontrado con algunos de los que el ordeno matar, como lo habran recibid0