Hace unos días participé en una encuesta que preguntaba por cuál de los 8 o 10 puntos-preguntas me decidía. Las preguntas eran sobre qué parcela de la vida de España cambiaría, sobre finanzas, empresas, negociación, leyes laborales, educativas, etc. Piqué la que en ese momento creí urgente. Entonces se desplegó una ventana con los resultados hasta ese momento y me llamó la atención que lo que más deseaban los encuestados era cambiar la educación.
Los españoles, durante los últimos treinta años, y antes con el franquismo, hemos vivido nuestra educación ordenada por las leyes. Desde la implantación de la educación gratuita por el Estado no ha cesado la legislación de decirnos cómo debe ser nuestra educación. Pocas son las aportaciones de críticos acerca de un modelo educativo que nada tenga que ver con el Estado. Generalmente muy pocos conciben un sistema educativo líbremente elegido por los padres y aplicado en la escuela que sientan debilidad de acuerdo con sus preferencias. Pero existen tales modelos.
Ha habido discusión acerca de que la educación de los hijos debe ser responsabilidad exclusiva de los padres, mas para ello debía haber posibilidad de elección del sistema educativo, pero la ley nos impide elegir puesto que solamente da una opción educativa. Por ejemplo, todos los españoles tenemos garantizado la gratuidad de la enseñanza primaria, pero tan solo en la escuela pública y en la concertada. No hay otra posibilidad, como recibir el cheque igual para todos y elegir el centro que los padres prefieran, incluso escoger la enseñanza en casa, fuera de la escuela.
En efecto, la educación de los hijos debía ser responsabilidad exclusiva de los padres. Cuando los padres se preocupan por la enseñanza y educación de los hijos, consideran todas las posibilidades a su alcance para darles lo mejor. El Estado y sus gobiernos, con las leyes educativas merman la elección del centro y del sistema que líbremente deberían escoger los padres.
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