Eso es lo que le ocurrió. Él no lo pretendía pero de repente se vio envuelto de un grupo de gente que ahora se llama joven, aunque tenga alrededor de treinta años. Bueno, pensó, si al fin y al cabo son de mi edad. Esa noche no fue a dormir a casa. Esto no era anormal y a su madre no le extrañó nada. Al día siguiente cuando ella se levantó de la cama y puso la radio mientras realizaba su aseo personal, oyó las noticias anunciando que el movimiento juvenil del 15-M se prolongaba aunque había sido declarada por el tribunal electoral correspondiente la no procedencia de tales concentraciones. Ella temió por su retoño pues conociéndole ya supo donde habría pasado la noche. A pesar de todo confió en su sentido común y también en las declaraciones de las autoridades del Ministerio del Interior que las fuerzas de orden público estaban para resolver problemas y no para crearlos.
¡Cuantas veces le había dicho que ella a su edad, había terminado sus estudios, ya estaba tres años casada y tenía dos hijos de los tres que tuvo! Le recriminaba cómo se aprovechaba de ser el más pequeño y estar por ello “apalancado” en el domicilio familiar mientras sus hermanos, bastante más mayores ya eran personas con una vida independiente y una familia más o menos consolidada “dentro de lo que se puede decir hoy día, que la gente se separa en cuanto se le presenta algún problema”.
No es que tuviera queja de su hijo, pero había prolongado sus estudios universitarios con diferentes cursos de postgrado y no encontraba un puesto de trabajo acorde con su formación; entre master y master ejercía “lo que le salía”. El futuro la madre lo veía tan incierto…
El chaval, que de chaval no tenía ya más que el nombre, por fin encontró su modo de participar en la vida pública: tomar el camino de aquellas personas que independientemente de su clase social, su nivel de formación, sus propias ideas políticas si las tenían, deciden manifestar su descontento con aquellos vicios en que el sistema democrático ha ido cayendo y que no han sido capaces de solucionar los que fueron protagonistas de la sacralizada Transición, además de enquistar como se hizo en aquel momento lo que no era conveniente solucionar porque todos transigieron en alguna cosa.
Nuestro treintañero había comprendido también que el poder político, contra el que se arremete casi siempre era menos poder de lo aparente pues estaba al dictado de lo ordenado por unas fuerzas ocultas llamadas en plan simplista Mercados cada vez más voraces y más enriquecidas, regentadas por unos individuos con unos haberes astronómicos, según se publicaba en los diarios y noticieros de televisión.
Su jornada de reflexión giraba en torno a esto, no en torno a qué partido político votar.Entre unos y otros habían desmontado su estado de comodidad como habitante de una burbuja de engañosa abundancia en la que todos estábamos sumergidos.
Él, como uno de los millones de jóvenes de su generación, de repente se había dado de bruces con la realidad: de vivir entre algodones pasó a no tener trabajo una vez sus padres dejaran de mantenerle: eso le motivó a irse con los del Movimiento 15-M y allí sigue. Y su madre, entre temerosa y esperanzada pues aunque de un batacazo comprobó que el hijo comprendía la realidad, optó por llevarle comida, ropa y el saco de dormir para que siguiera esta acción cívica de toma de conciencia acerca de la situación actual.
No tengo nada que decir de los pensamientos y reflexiones que pueda tener "tu" treintañero. Sin embargo, el poder político contra el que arremeten los treintañeros es el principal responsable de su "apalancamiento" en casa de sus padres, y sigue siendo mucho más poderoso que hace 30 años, cuando tu y yo disfrutábamos de casa propia y familia nueva, gracias al mercado y no al Estado.
ResponderEliminarEl Mercado es el mundo donde los individuos nos comunicamos, nos informamos, decidimos, acertamos y nos equivocamos, bajo el denominador común de la libertad. Es el sustrato donde se desarrolla el hombre libre. El que restringe nuestra libertad es el poderoso que no es otro que el poder ejecutivo y el legislativo, dos instituciones del Estado. No puedo creer que importantes empresas multinacionales restrinjan nuestras posibilidades para desarrollarnos.