lunes, 7 de marzo de 2011

Mujer trabajadora

"Imagínense que, a un empresario egoísta que sólo busca beneficios, se le aparecen unas trabajadoras ofreciendo la misma productividad que los empleados masculinos cobrando, eso sí, un 40% menos. Tentadora ganga, ¿no creen? De hecho, tan tentadora que si fuera cierto, otros empresarios competirían para contratarlas (cosa que, de paso, haría subir los salarios femeninos al alza hasta eliminar la diferencia del 40%.)"
Xavier Sala i Martín 

La legislación positiva que los gobiernos proponen y los parlamentos aprueban en cuanto a equilibrar el número de hombres y mujeres en el trabajo en detrimento de la calidad, productividad, etc distorsiona la realidad en cuanto a la eficacia del puesto contratado. Legislar de esa manera es ofrecer ventajas especiales a algunos sin ofrecerlas a todos.
Un principio para establecer el enunciado citado sería el de aspirar a que todas las carreras estuvieran abiertas a quién tuviera talento. Tal sería el motivo para afirmar que en una sociedad libre el orden de las cosas sólo puede considerarse justo si las posibilidades de partida de todos los individuos son las mismas. 
La lucha contra cualquier discriminación basada en la raza, religión, sexo, etc, es una de las característivas más destacadas de la cultura occidental. 
Los individuos somos muy diferentes entre sí, tanto por sus conocimientos y aptitudes personales como en el particular ambiente físico y social en el que vivimos. El tratamiento igual de la ley por parte del gobierno produce efectos distintos para las diferentes personas de acuerdo con sus capacidades, mientras que para igualarlas por ley el gobierno deberá tratarla de modo bién diferenciado. El procedimiento y las reglas de juego deben ser equitativas, aunque de ellas deriven resultados particulares no inicuos, ya que estos dependerán, en una sociedad de hombres libres, no sólo de las acciones de los individuos sino de otras muchas circunstancias que nadie está en condiciones de determinar ni preveer.

2 comentarios:

  1. Efectivamente no admite duda, Sala i Martin es un genio y tu articulo da en el clavo, no todo, pero muchas cosas si las arregla el mercado.

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  2. Dejemos la palabra mercado medio escondida (hay personas en asuntos de relaciones humanas no toleran esa palabra) y hablemos del entramado de relaciones que los humanos realizamos cada dia y que de ellas surgen proyectos, objetivos que serán nuevos medios para conseguir los fines que otros persigan. Yo entiendo que de esa red que tejemos cada uno de los operadores surge la sociedad dinámica, la cual merece el calificativo de social para determinar lo que el conjunto realiza día a día.
    En este contexto de lo social, ¿qué cosas referidas a la mujer en el cuerpo del artículo no arreglaría la relación y comunicación diaria entre actores y, sin embargo, sí lo solucionaría una legislación dirigida al grupo problema?

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