El punto de partida para abordar un objetivo común es la confianza y en nuestra común forma de vida occidental nos convertimos en sumisos seguidores de proyectos que necesitan nuestros apoyos. La política entra de lleno en este propósito y cuando acudimos a las urnas somos conscientes del incondicional apoyo que estamos dando al partido, depositando nuestra confianza en las promesas o en los proyectos ante problemas relevantes de la sociedad.
Precisamente aquellos que
reciben los mayores apoyos, los políticos, son los que más nos defraudan
y en nuestras relaciones personales, si somos engañados por un tercero,
ocurre un acto de rechazo o de alejamiento, a la vez que perdemos la
confianza, intimidamos menos con la persona que nos ha engañado, dejamos
de comprar en el comercio inductor, etc.La lista de promesas incumplidas, proyectos inacabados, no iniciados o abortados de nuestros gobernantes es de libro. Pero lo más grave ha sido el fraude continuado que han ejercido con el dinero de nuestros impuestos, gastando más que el recaudado, pero gastando en proyectos innecesarios y en subvenciones despilfarradoras.
En estas condiciones no es extraño que nuestra economía esté en el punto de no retorno, por muchas promesas que dirijan políticos, funcionarios y burócratas cada vez somos más los que no creemos en la recuperación prometida. Las reformas estructurales tan publicitadas hace solo un año, no despiertan interés ni confianza. La del mercado laboral nos ha dejado en el mismo sitio que estábamos -se apunta un paro del 25 % de la población activa al final de 2012-, y la financiera que está por llegar y que su lógica estaba en ofrecer crédito a familias y empresas, no tiene posibilidad de conseguir el objetivo porque el Estado va a continuar gastando el dinero de impuestos aún no cobrados en nacionalizar bancos o inyectar dinero a la empresa o banco donde se depositen los activos tóxicos inmobiliarios y financieros.
Así las cosas, la economía productiva que es la única que puede salvarnos de la crisis económica, se encuentra maniatada porque el Estado español tiene a su disposición el dinero que necesita y las leyes para canalizarlo.
Un Estado que ya no puede pagar sus gastos y sus
deudas con los impuestos, es un Estado en vías de ser intervenido. Se ha
empeñado el gobierno y la oposición en salvar el estado del bienestar y
es matemáticamente imposible. Más de tres millones de funcionarios para
un tejido industrial de 2,3 millones de trabajadores, la seguridad
social deficitaria desde el año 2011, pensiones que se pagan con cargo a
deuda pública, la gigantesca estructura universitaria subvencionada en
un 90 % por el Estado y la obsoleta maquinaria administrativa del Estado
con dobles y triples competencias para lograr el mismo objetivo en
territorio diferente hacen del welfare state el sueño de una noche de borrachera que duró mientras la cartera aguantaba.La desconfianza está abriendo el camino al desánimo, a la impotencia y a las ganas de ahuecar el ala sobre todo en jóvenes. Hay demasiados impedimentos para ejercer la libertad de mercado, la que promueve proyectos con ánimo de lucro, la que es depositaria de nuestra confianza. Obstaculizando la libertad de contrato laboral, impidiendo el acceso al crédito, aumentando los impuestos, mantiene el gobierno maniatada la economía productiva.
Nouriel Rubini puede tener más razón que nunca: España hará una quita de su deuda en 2015.
Rafael Rovira
No puc afegir més que dir-te,Rafa, que tens raó sinó total almenys quasi. Caldria afegir alguns altres motius i fets que ens han portat a aquesta situació de crisi total ..., però no ho crec necessari: les raons principals que ens han enfonsat en aquesta trista situació generalitzada ja les dius tu,junt a les que nosaltres diem i altres que podriem mencionar també.Per a més tristor social generalitzada?
ResponderEliminarHoraci, està molt bé que participis en el blog, però pots dir molt més per despertar la consciència crítica que s'adorm. Gracies per la teva aportació.
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