El gélido ambiente meteo de estos dias me ha puesto los pelos de punta al enterarme de la noticia de que el Liceu de Barcelona, el gran templo de la ópera catalana y española, suspende durante dos meses toda actividad cultural debido al ERE que está negociendo con la mayor parte de sus 395 trabajadores.
La causa primera y única es la deuda contraida de 3,7 millones de euros imposible de superar porque no les llega para pagar ni con la recaudación por espectáculos ni con las subvenciones y donativos.
En efecto, la Fundació Liceu está integrada por patrocinadores públicos (Ayuntamiento y Diputación de Barcelona, Generalitat de Cataluña) y privados (empresas importantes nacionales y multinacionales). Desde 1999, año de inicio de las temporadas operísticas después del grave incendio que asoló el Gran Teatre del Liceu en 1992, ha presentado campañas deficitarias en sus resultados, pués los gastos por explotación superaban los ingresos por lo mismo, con una tendencia hacia el equilibrio presupuestario. Sin embargo los últimos años han inclinado la balanza del lado del déficit.
Es un acontecimiento más que nos hace pensar sobre la gravedad de esta crisis económica de la que nadie se está salvando. Y en este triste momento no puedo dejar de pensar en instituciones de proximidad donde se realizan actividades culturales, en particular el Teatro Echegaray de Ontinyent. Noticias de su rentabilidad no las tenemos, más bien nos hace pensar que cuesta dinero al Ayuntamiento, es decir, a nuestros bolsillos. ¿Es lícito mantener una actividad deficitaria, aunque sea cultural, en este momento de precariedad y de necesidad?
No hay comentarios:
Publicar un comentario