En mí pasado universitario, 5 años en la Universidad de
Granada, asistí en dos ocasiones al acto de apertura de curso en el Aula Magna.
El acto era de extraordinaria belleza, en el que confluía el ritual del desfile
de catedráticos de las Facultades vestidos con su toga negra y los colores de
la muceta y el birrete distintos según la carrera del docente, la lección
magistral o conferencia inaugural del curso expuesta con magisterio por el
catedrático de turno y concluía con el canto del himno universitario Gaudeamus
por el coro de la Universidad.
No quise dejar pasar la oportunidad de asistir al acto de
apertura del curso académico en el Campus de Ontinyent de la Universidad de
Valencia el pasado día 8 de Noviembre, con el atractivo añadido de la
conferencia inaugural a cargo del periodista Fernando Delgado y el título “La
crisis y la mala educación”. Creo que fue un acontecimiento digno y sobrio
merecedor del título acto académico. Tampoco hubo atisbo de promover un acto político
en las formas, lo cual agradezco, aunque no así en las intervenciones del
alcalde y del presidente de Caixa Ontinyent, muy sutiles, quizás efectistas,
que allí hicieron acto de presencia: los
modelos del pensamiento contemporáneo están en crisis, los que deben mostrarnos
el camino no lo encuentran, el futuro es nuestro, el único accionista de la
Caixa es la sociedad, revisar el modelo económico y productivo, día histórico en el camino, etc, etc,
etc. En la jerga cotidiana podemos decir que allí se anunció a bombo y platillo
la cesión del uso del Colegio Luis Vives a la Universidad y construir un nuevo
aulario que amplíe las instalaciones. La prudencia vino de la mano del Rector
Esteban Morcillo al reconocer que la dificultad económica pueda ser el freno o
impedimento a la buena disposición.
Con más pompa se anunció la construcción, hace cuatro años,
de un Hospital comarcal, por supuesto en Ontinyent, en plena campaña de las
municipales y, como en esta ocasión, los medios de comunicación han hecho de
impecable caja de resonancia.
Los fondos eran de la Generalitat y fue un buen aliciente
para la campaña. También los fondos para construir el aulario de la Universidad
son de la Generalitat. Como en la promesa del hospital, se ha cedido los
terrenos para construir el aulario, para el que también se ha solicitado la
licencia de obras, igual que se solicitó para construir el hospital.
Pero ¿de qué fondos estamos hablando? Hace cuatro años los
políticos no quisieron reconocer la crisis que se nos venía encima. Entonces,
sin dotación presupuestaria se anunció
el hospital. La presión de la alcaldesa no tuvo sus frutos porque cuando el
gobierno de la Generalitat quiso asignar fondos para la construcción del
hospital fue demasiado tarde: la deuda contraída por la Generalitat nos
hipotecaba a los valencianos para varios años. Hace un año supimos que el
Hospital Comarcal no se construiría. Y la economía ha empeorado.
¿Hay dotación presupuestaria para construir el Aulario
Universitario? Esto tiene todo el aspecto de reproducir lo ocurrido con el Hospital.
Peor, porque las incógnitas se multiplican. Si la Generalitat cuenta con menos
dinero que el año pasado porque su deuda es mayor, deberá priorizar el gasto y
la inversión. El gasto incluye sueldos de funcionarios y contratados y
obligaciones con proveedores de material y de servicios. No conozco las
inversiones previstas, pero quizás Ontinyent necesite más el hospital que el
aulario. Es fácil pensar que la matrícula se encarezca por falta de
subvenciones y que las becas disminuyan en número y cuantía por lo mismo,
dificultades en el camino para lograr que las aulas se llenen.
Hospital y Aulario se parecen como dos gotas de agua. Como
en el caso del Hospital, los políticos han vuelto a darnos la de arena
anunciando la construcción de un Aulario
Universitario. Desde que la cal se ha sustituido por hormigón deben pensar que
la cal solo sirve para blanquear. Nuestros representantes deben atenerse a la
cruda realidad de que no hay suficiente dinero para deslizarse por la refinada
holgazanería o el “dolce far niente” del estado del bienestar. Seguro que las
próximas elecciones municipales nos prometen el Hospital Universitario. Al
tiempo.
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