No quiero hablar de los males económicos que nos afligen a los ontinyentins, de sobra conocidos, que proceden de la falta de actividad en las empresas y, en consecuencia, de la ausencia de trabajo. Han desaparecido empresas, ha aumentado el paro, los inmigrantes emigraron y la juventud, harta de esperar, se exilia buscando sustento y enriquecimiento.
Así como cualquiera con ahorros invierte en productos atractivos que le den garantía para obtener beneficios en el tiempo esperado, es difícil elegir Ontinyent como meta de nuevas inversiones, sean comerciales, deportivas, culturales, financieras, industriales o agrícolas. El futuro no es prometedor.
Por lo tanto, es imprescindible crear el aliciente necesario para que Ontinyent pueda recibir incentivos o pluses donde desarrollar actividades que generen riqueza.
Como no podemos intervenir en la política fiscal ni en el mercado laboral, nos vamos a centrar en los planes que desde el ayuntamiento como centro coordinador lleguemos a alcanzar. ¿Qué podemos hacer?
1. Crear condiciones para el crecimiento a largo plazo. Esto se consigue con políticas municipales que fomenten el ahorro, como son la reducción de impuestos, de las tasas por servicios y del gasto público. La repercusión en el crecimiento es pequeña, pero con el tiempo se consigue confianza. Abaratar inmuebles y servicios añade perspectiva, pero será el mercado quien lleve los precios a su sitio. Educación y buenos y continuados sistemas de información proveen a una población formada y con capacidad de adaptación.
2. Facilitar los accesos a la ciudad, buena señalización y limpieza.
3. Promover la liberalización económica, privatizando servicios públicos de la mancomunidad y del ayuntamiento. Desregular la actividad económica que esté afectada por normas municipales, perseguir la corrupción y promover la transparencia.
4. Evitar promesas de nuevas inversiones con dinero de las transferencias de instituciones del Estado o que suplan las iniciativas de particulares. Las inversiones en infraestructuras son necesarias para todos, por lo tanto deberían ser consensuadas. La unidad transmite seguridad y fuerza.
5. El déficit público genera inflación, en consecuencia empobrece a la población. Los partidos políticos debían comprometerse a eliminarlo cuanto antes.
En cuarenta años, el presupuesto municipal ha pasado de 90.000 a 30 millones de euros, y la población desde 20.000 a 36.000 habitantes, es decir la población ha multiplicado por 2 cuando el presupuesto lo hace por 350, sin embargo los servicios e infraestructuras que nos ofrecen apenas se multiplican por 100, quizás menos. ¿Despilfarro? Tal vez. Pero nadie le pone freno.
Creo que es imprescindible la negociación y el consenso. Si PP y PSOE llegaran a este acuerdo los demás partidos estarían obligados a cumplirlo so pena de quedar sin representación. Ya no importaría quién gobierne en Valencia o en Madrid.
Ontinyent se merece crear el sustrato donde pueda crecer la economía. Cuando esto se consiga, por añadidura llegará cualquier aspiración.
¿Seguimos trabajando o nos largamos?
Rafael Rovira
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