viernes, 27 de mayo de 2011

De “Dioses y hombres”: meditación en el cine.

Unos opinan que el sentimiento religioso de cada individuo ha de ser privado, otros no. Cada uno valora de una manera sus razones y toma una actitud vital en consecuencia. Todas las posturas son respetables y deben ser respetadas en tanto en cuanto provienen de una historia individual y han sido filtradas por cada uno desde su propia razón en función de la herencia cultural recibida. En una sociedad pretendidamente democrática como la nuestra, la ciudadanía debe aceptarlas y respetarlas todas, como también todas las religiones, adoptando una actitud tolerante, de neutralidad y de igualdad. Es decir ni la sociedad como tal, ni sus organismos de decisión deben involucrarse en el sentimiento religioso individual o colectivo de los ciudadanos. Cada cual tiene su creencia y tiene derecho a exponerla o silenciarla en función de su propia decisión.

Algunas veces, determinadas personas dedican la vida entera a su religión y se comprometen a esta decisión de forma exclusiva. Es el caso de los monjes y monjas católicos que ingresan en un monasterio, dedicándose toda la vida a la oración y a los actos de caridad mejorando así la sociedad que los envuelve.

Tal es el caso de los monjes trapenses de origen francés, protagonistas de la película “De dioses y hombres” que hace unos días se proyectó en el Cine Club Utiye en el Centro Comercial El Teler: en plenos montes Atlas, una pequeña comunidad ejerce su dedicación a orar, mediante ritos, rezos y cánticos compaginándola con el servicio a la comunidad musulmana que les entorna, dando asistencia medico-farmacéutica, alimentos y satisfacción de las necesidades primeras en algunos casos. Pero hay otros musulmanes guerrilleros que los amenazan de muerte por pensar que esconden algunos de sus enemigos. Una tercera fuerza surge en torno al monasterio: el gobierno declara que no puede protegerles y los conmina a tornar a su país. Este hecho real inspira toda la película con una mezcla muy inteligente de imágenes, silencio, escasos diálogos y cantos litúrgicos logrando estimular a la meditación y la reflexión del espectador.

La vida de los monjes se ve alterada por este fuego cruzado desde los tres frentes. Así han de tomar la decisión de quedarse o no, pensando que allí les espera la muerte o peor, el martirio. Al desarrollarse la historia esta será la gran decisión que cada uno ha de afrontar personalmente y valorar en función de varios factores: su compromiso con la manifestación de su fe en un entorno de persecución, el servicio a la sociedad circundante y el miedo por la pérdida de la vida. En el desarrollo de la trama se aprecia el cambio de decisión: desde el abandono de la misión por parte de algunos frailes hasta el compromiso final de todos ya que llegan a la conclusión de que su vida no tiene significado fuera de aquel entorno, en ese preciso momento. Ellos a sí mismos se exigen después de vencer el miedo, exponerse al martirio.

El espectador no puede estar ausente en este proceso y eso precisamente es lo más impactante: desde una óptica laica, la película es capaz de estimular a la persona laica a meditar sobre el hecho religioso: unos seres humanos, creyentes de un Dios, consecuentes y comprometidos con la sociedad a la que sirven, amenazados por otros seres humanos a su vez creyentes en otro Alá, comprometidos a su vez con la interpretación violenta de sus propios textos sagrados hasta el punto de convertirse en instrumentos de martirio para los primeros. Todo ello, como está ya dicho desde una óptica laica.

Algunas veces el cine, cuya principal función es divertir (que no es lo mismo que distraer, matiz muy importante), hace incursiones en el mundo de las ideas que incitan al espectador a la reflexión sobre cuestiones trascendentales en sus vivencias y por ende en sus creencias. Muy interesante.

2 comentarios:

  1. No he visto la película, pero la corriente humanista occidental ahonda sus raices en la cultura predemocrática ateneiense desde el s.V a.d.C. y en el cristianismo cuando este asimila el humanismo grecolatino a partir del s.XIII-XIV, 25 siglos de constante evolución. La musulmana ha vivido impermeable a todo el mundo de su alrededor en sus 1500 años de existencia. Se ha valido de la guerra para expandirse, el yihad, un estado de guerra moralmente necesario, legal y religiosamente obligatorio, hasta el final e inevitable triunfo del Islam sobre los no creyentes. Nuestra cultura no admite la violencia, la rechaza con argumentos humanistas no asimilados aún por la mayoría de los musulmanes.
    En los paises occidentales es inadmisible la desprotección del Estado hacia sus ciudadanos, hecho que es normal en el Atlas rodeado por comunidad musulmana. Eso también llama la atención.

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  2. Algunas de las características señaladas en la respuesta para el islamismo han sido constantes también en la religión cristiana: en nombre de la Cruz se han conquistado muchos territorios durante una época muy larga de la Historia. Es verdad y los creyentes hemos de pedir perdón por ello. Pero no es menos cierto que mientras la religión musulmana no ha evolucionado de acuerdo con los cambios éticos producidos, la cristiana ha sido capaz de ir adaptándose (a mi juicio demasiado lentamente) a los tiempos, como tú indicas. La no violencia aparece en la película directamente practicada por los monjes católicos que como buenos cristianos,son capaces de perdonar.

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